Su colección de otoño Soft Amours se inspiró en los tonos de las alas de las mariposas y fue una de las mejores del BFW.
Por Pilar Luna
Fotos: Cortesía BFW
Una de las mejores colecciones del BFW y una de las más consistentes que le he visto a la diseñadora, quien se inspiró en las alas de las mariposas para dejar volar su imaginación. La creadora es fiel a su estilo romántico y muy glamoroso y el hilo conductor de su propuesta fue muy clara al tener una carga etérea con el vuelo de sus criaturas y jugando con una sutil metáfora en la que las alas eran una especie de armadura delicada.
Sus siluetas asimétricas, sus cinturas marcadas y sus materiales vaporosos, como sedas y satines, siempre serán su sello y esta vez se pasearon por la pasarela en forma de mujeres que querían tomar vuelo. Para ello, reforzó algunas de sus tradicionales formas con un trabajo de alta costura en algunas piezas que hacían las veces de protección y con materiales más pesados como terciopelos.
La paleta de color de su colección de otoño viajó entre vinos, azules metalizados, plomo, ocres, cobres y el infaltable negro, que mezcló muy bien con su maestría en los detalles, con una rica explosión de bordados, una muy bien lograda combinación de texturas y con su ya reconocida exploración textil.
La diseñadora bogotana-paisa, que ha sido protagonista indiscutible de todas las versiones del BFW, celebró sus 15 años de carrera con una colección que puso a volar a los asistentes y con la que, sin duda, dejó ver toda la evolución de su marca.
