La barranquillera abrió el Bogotá Fashion Week con una colección que arrancó los aplausos del público. Una propuesta fiel a su estilo romántico y femenino, pero con varios elementos muy contemporáneos y arriesgados.
Por Pilar Luna
Fotos: Edgar Chiquiza
Lo de Silvia Tcherassi en la inauguración del Bogotá Fashion Week fue una lección de cómo la creatividad puede tomar rumbos muy contemporáneos, sin perder el sello de identidad. La diseñadora, que está en las grandes ligas de la moda, hizo una colección en la que reinventó varias de sus siluetas tradicionales y las elevó a una categoría de alta costura.
La gran factura de sus prendas, la mezcla de estampados y el uso de texturas de lujo, sumados a un “riesgo controlado” hacen que esta propuesta sea realmente muy poética y que se acerque a lo suntuoso. Y es que esa fue la inspiración de la creadora, la poesía en un mundo que está bastante caótico y que necesita un poco de belleza, que necesita de una estética que se arriesgue a construir nuevas opciones. Silvia habla de una “rima imperfecta” y de tener la posibilidad de conjugar elementos tan distintos como las rayas y los cuadros para convertirlos en algo armónico. También regresa a su feminidad y a su romanticismo, pero con toques muy contemporáneos y con muchos detalles que enriquecen las texturas.
Sus colores son intensos y transitan entre los ocres, los malva, los oros envejecidos, pero también en un rojo muy vivo y en una paleta de tonos tierra con la que habla de esa poesía que viaja por toda su colección. Es un regreso a la elegancia perdida en temporadas pasadas por el auge de la onda deportiva. También rescata varios de sus clásicos como las camisas masculinas y les imprime el brillo de esa poesía.
La barranquillera llenó el escenario con una rima poética que describe muy bien lo que ha sido su historia en la moda: juegos de palabras que en este caso se logran con las texturas, los estampados y una buena cantidad de detalles de lujo.