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Al año, la industria de la moda genera un promedio de 1.200 millones de toneladas de CO2 (comparativamente, superan a los gases de efecto invernadero emitidos por aviones y barcos). De ahí la urgencia de rediseñar el futuro de la moda.

 

Que el verde es el nuevo negro, de eso no hay duda. Y no sólo por haber sido el ‘greenery’ el color del 2017 –la elección de Pantone respondió al creciente movimiento global que busca volver a lo natural– sino, sobre todo, por el auge que han tomado las iniciativas que le apuestan a la sustentabilidad desde la moda “una industria que es increíblemente derrochadora y dañina para el medio ambiente”, como lo aseguró la británica Stella McCartney, quien además de ser una de las diseñadoras más influyentes por la versatilidad de sus diseños, lo es por el activismo que le imprime a cada una de sus colecciones.

Precisamente, fue ella quien a finales del año pasado encendió las alarmas sobre la crítica realidad del efecto contaminante de la moda. De la mano de la organización Ellen MacArthur, McCartney presentó en Londres el informe A new textiles economy: redesigning fashion’s future que demostró cómo cada minuto se bota o se queman tantas prendas que perfectamente llenarían un camión de basura, o que cada año se producen más de 50 millones de toneladas de fibras textiles para la elaboración de prendas nuevas y el 73% de estas terminan en un botadero o son incineradas en cuanto cambia la estación.

 

No obstante desde 2011, Vivienne Westwood trabaja de la mano de Ethical Fashion Initiative en una línea especial, llamada Hecha A mano con amor, que incluye carteras inspiradas en la artesanía africana y elaboradas en lonas recicladas, pancartas reutilizadas,  retales de cuero y latón reciclado por habitantes de Kibera (barrio marginal de Nairobi) y en 2013 se unió a los artesanos de Burkina Faso, quienes producen a mano las telas de sus líneas femeninas, la presentación del informe hizo un fuerte llamado de atención a las casas de moda y diseñadores para la instauración de medidas que transformen sus procesos y detengan la voracidad de la industria.

 

Su propuesta: la moda circular, un método de producción que cuide la materia prima desde su fuente –que sea lo más orgánica posible –, que evite el empleo de sustancias tóxicas en su transformación, que cuente con un diseño que garantice el mínimo desperdicio y que la confección, la distribución y la venta sigan las dinámicas del comercio justo, sean ecológicos y cuenten con energías renovables.

 

Por estos días, Stella McCartney emprendió su círculo sostenible mediante métodos de producción basados en el respeto hacia el medio ambiente (reutilizando el cachemir, creando nuevos procesos para el desarrollo de la seda y utilizando viscosa sostenible y y algodón orgánico), hacia los animales (cero pieles y cuero vegetariano o alter-nappa) y hacia las personas (construcción de cadenas de suministro modernas que brinden empleos deseables, fomenten las habilidades de las personas, fortalezcan las voces de los trabajadores y aboguen por los grupos vulnerables), demostrando la viabilidad de dicho modelo.

 

OTRAS ALTERNATIVAS

Un mes antes de la presentación del informe Gucci anunció que desde primavera-verano 2018 sería una marca ‘cruelty free’ al renunciar al uso de pieles de animales (listado al cual pertenecen Giorgio Armani, Adolfo Domínguez, Hugo Boss, Calvin Klein, Ralph Lauren, Tommy Hilfiger, Vivienne Westwood y, obviamente, Stella McCartney), lo cual demuestra un cambio de actitud desde la moda y desde el comprador. “Net-a-porter, Tesla, Gucci… el mundo está cambiando y se está ligando al cliente. Poco a poco la gente empieza a entender y muchas marcas y compañías entienden que el tema verde es muy importante y la gente busca un producto sostenible; ya preguntan: ¿eso es cuero? y si es, no lo compran”, explica Paula Maldonado, creadora de Dauntless, la primera marca de ropa vegana con certificado PETA y Fair Trade de Colombia.

 

Además de la propuesta de chaquetas de cueros sintéticos a base de algodón y poliéster libre de petróleo y con herrajes y cremalleras sin níquel de Dauntless, el calzado libre de crueldad animal de Vegetariano Eco Shoes también se pone en los zapatos del planeta mediante el empleo de materiales reciclados, reciclables, naturales y por ende, biodegradables.

 

Los neumáticos reciclados sirven de punteras, las botellas plásticas recicladas sirven de refuerzos para los talones, el pasto y el látex natural les dan forma a las suelas biodegradables, mientras que el cáñamo, algodón orgánico y fique sirven para las capelladas de los diseños de la marca bogotana que desde 2004 busca un ciclo de vida cerrado en el que se pueda retornar a la tierra sin contaminarla.

 

“Nuestra ideología está basada en el respeto por los seres humanos, por hacer de la mujer un ser libre e independiente, por hacer valer los derechos de los animales que son víctimas de la vanidad y la codicia del hombre, por dar oportunidad a las personas menospreciadas por el sistema económico insostenible” explica Jasson Cuartas, director Creativo de Vegetariano Eco Shoes.

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