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Por Pilar Luna
Fotos: Cámara Lúcida

Esta versión de Colombiamoda tuvo muchos ingredientes y matices que le dieron un sabor diferente a la de años anteriores. Unos buenos, otros no tanto.

 

Para mí, lo más importante de las pasarelas de este año fue que el sello que tuvieron de temas sociales y hasta políticos que la conectaron más con lo que debe ser la moda hoy y le imprimieron un espíritu distinto a la cita anual. Varios desfiles tuvieron un componente de denuncia y protesta. La de SOY para la Fundación Avon repudió la violencia de género; la colección de la firma Alado denunció de una forma muy poética el fenómeno del desplazamiento y de las migraciones en el mundo. Alejandro González y Andrés Restrepo, los cerebros de Alado, trabajaron con artesanas embera chamí de Antioquia y con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), un ejemplo de hacia donde está mirando la moda, que no quiere quedarse en la presentación de simples propuestas de tendencias, que no vayan más allá de eso.

El tema social también estuvo muy presente en varios proyectos de los que se vieron en la feria en Medellín. Por ejemplo, el de Gef en colaboración con la superestrella de la música urbana J. Balvin, apoyó a Unión Latina, una corporación dedicada a la transformación social a través de la educación en danza, música y arte en la capital antioqueña. Su grupo de danza fue el encargado de bailar durante el show de exhibición de la colección.

El otro lado de la moneda

Sobre el tema de los artistas del reguetón en Colombiamoda se levantó una polémica sobre si debían ser protagonistas de los desfiles porque, en opinión de algunas personas, se pierde la verdadera esencia de la moda. Personalmente creo que debe conseguir un punto medio. No estoy en contra de que los desfiles tengan un show, pero lo que sí es verdad es que no se debe opacar la colección. Está visto que en el país hay poca cultura de moda y si a eso le suma que el público prefiere ir a las pasarelas a ver un artista antes que ver la propuesta de moda, el tema se complica.

La otra polémica es sobre lo qué está pasando con la industria y por qué las cifras en Colombiamoda decrecen. No puedo contestar esa pregunta en este editorial porque esto requiere un análisis económico profundo en el que no soy experta (prometo invitar a un experto que nos explique qué está pasando), lo que sí puedo decir es que la feria necesita reinventarse porque al caminar por sus pasillos se puede apreciar que la industria de moda y confección es cada vez menos protagonista y que una gran cantidad de stands están ahí solo por la visibilidad que una feria de estas les da. Es importante conseguir grandes sponsors que apoyen la moda del país, pero también es clave entender que no se puede perder el norte, ni la carta de navegación para ir hacia una real modernización del sector que ayude a su crecimiento. Un comentario recurrente durante estos días fue que ahora es muy difícil hacer negocios en el recinto por la música estridente que suena en varios lugares del mismo. Es cierto que esta industria es dinámica, pero no se puede dejar que se pierda la esencia de lo que verdaderamente es Colombiamoda, así que hay que tener unas reglas de juego claras sobre el motivo que nos lleva a todos participar de la feria.

El próximo año Colombiamoda cumple treinta años y el reto para sus directivos es enorme, así que manos a la obra y a pensar que la industria necesita que todos nos unamos, hagamos un análisis crítico de esto y pensemos qué queremos que pase con la feria de moda más importante del país.

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