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Por Pilar Luna. Fotos: @SNEY Y cortesía BFW.

Las colecciones que presenta Andrea Landa siempre representan para mí una montaña rusa de emociones…

No solo por esa maestría que siempre exhibe en el manejo del cuero; ni por la destreza que tiene para, con un solo material, entretejer todo tipo de texturas; sino también por las historias que cuenta sobre la pasarela con cada propuesta.

En Bogotá Fashion Week nos llevó hasta el Sahara. Llenó el escenario de siluetas que evocaban beduinos, princesas del desierto, nómadas… nos llevó a recorrer lugares que parecían sacados de las Mil y una noche.

El cuero en su máxima expresión

Andrea Landa siempre ha trabajado el cuero. Nunca cambia de insumo. Pero la maestría con la que hace esto es realmente magistral. Siempre se renueva, siempre sorprende con las texturas que logra, no se vuelve repetitiva a pesar de que es difícil tener posibilidades de innovar con un solo material y se llena de recursos, explora y logra que su propuesta de siluetas sea muy versátil.

Lo de Landa es del otro mundo. No solo lo teje y le da esa ligereza, entramado y maleabilidad que por lo general la rigidez del cuero no tiene, sino que consigue hacer una paleta de color diversa, muy coherente con la narrativa que expresa sobre la pasarela y hasta le imprime algunos efectos especiales como el degradé.

Su propuesta se paseó por todos los tonos tierra, los amarillos del desierto y logró reflejar esa diversidad de iluminaciones que se ven en un paisaje como el del Sahara a diferentes horas del día.

Su conocimiento del material es único y la forma como le da vida en cada colección es algo que pocos creativos logran.

Con esta colección la diseñadora paisa no tuvo ningún pudor en usar toda su destreza con el material, pero también todo su recurso creativo para llevar a los asistentes al BFW2024 a un viaje por el Medio Oriente. Y ese desborde de pasión no puede ser otra cosa que arte hecho moda.

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