Manuela Alvarez, directora creativa de la marca, realizó un ejercicio de cocreación con 47 artesanos de 12 clúster de Cundinamarca para darle vida a una propuesta que es una oda a las técnicas artesanales del altiplano.
Por: Juliana Villegas. Fotos: Cámara Lúcida.
Que una sola diseñadora pueda articular en una colección 12 técnicas artesanales y trabajar con 47 artesanos es, sin lugar a dudas, una muestra de maestría.
Manuela Álvarez, directora creativa de MAZ, no es la primera vez que cocrea con artesanos ni con técnicas ancestrales (lo viene haciendo desde años atrás). Sin embargo, nunca había tenido un reto tan grande en toda su carrera como diseñadora: enaltecer el trabajo de un gran número de artesanos, llevar sus habilidades a un nuevo nivel y respetar el ADN de su marca… todo al tiempo.
Laboratorio creativo
Desde hace tres años, la diseñadora trabaja de la mano de la Gobernación de Cundinamarca en un programa de desarrollo de producto y moda contemporánea para artesanos del departamento. La intención era ayudarles a crear o fortalecer sus marcas y permitirles ver otras posibilidades creativas.
De este ejercicio nació la idea de “graduarlos” con una colección en cocreación para MAZ, pues el interés de Manuela también era el de ayudarles a ver la versatilidad de sus técnicas artesanales y su capacidad para llevarlas a una mejor versión, una más sofisticada, elegante y al nivel del lujo. Y que a la vez pudieran encontrar nuevas fuentes de ingresos en la oferta de sus servicios artesanales.
Para articular esta colección, la diseñadora realizó un largo laboratorio creativo con este nutrido grupo de artesanos para integrar diferentes técnicas (croché, macramé, cerámica, vidrio, telar horizontal, bordado, tejido de punto, tenido en dos agujas, joyería, cestería y trabajo con cuero), a su propuesta de guerreras urbanas.
De esta manera logró no perder los tres ejes del ADN de su marca: la unión entre lo sartorial, la tejeduría y el trabajo con cuero.
El resultado es una obra de maestría artesanal. No solo porque encadenó esta fusión de manera orgánica sin perder el norte de MAZ, sino porque además salió de su zona de confort, se atrevió a trabajar con otros artesanos y técnicas a las que antes no había acudido.
En el camino también le mostró a sus pupilos que es posible crear una colección con múltiples elementos sin que parezca una “miscelánea”, gracias a una dirección creativa coherente y absolutamente consciente del espíritu de la marca.
Artesanía que explora el lujo
Pero no solo hizo esto. También llevó de la mano a los artesanos a explorar nuevas formas de ejecutar su técnica e incluso utilizar nuevos materiales. Fue el caso de los artesanos que trabajan con croché y macramé, quienes adoptaron el cordón víbora para elaborar las piezas para MAZ, algo que supuso un gran reto técnico.
Sus guerreras urbanas
En cuanto a la colección propiamente dicha, Manuela integró las técnicas a sus prendas de sastrería y cuero o elaboró con ellas complementos para sus “guerreras urbanas”: tops y piezas tejidas o de cuero como armadura (para el pecho o la cintura), vestidos con apariencia desgarrada y blusas de malla.
Así mismo, suéteres y abrigos tejidos con detalles en altorrelieve para crear la apariencia de armazones futuristas.
Cada técnica, incluyendo las joyas y el trabajo con iraca, que se tejió para crear detalles en las prendas, se fusionó de manera magistral a la colección. Una labor increíble que merece un “chapeau”.