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Publicamos otra de las intervenciones del Coloquio Futura*, la de Diana Lunareja. La periodista experta en narrativas de marca dice que el futuro de la moda colombiana no puede ser la copia de narraciones extranjeras. “La industria de la moda tiene una oportunidad para reescribir un país más justo, que capacite, genere empleo y ofrezca estabilidad a quienes alguna vez sintieron que lo habían perdido todo”.

Por Diana Lunareja

Chimamanda Ngozi, la escritora y feminista nigeriana, cuenta en una charla TED que cuando era pequeña, escribía sobre personajes de ojos azules, jugando en la nieve y comiendo manzanas porque así eran los cuentos ingleses que leían en su casa. Así ella no conociera la nieve y en su familia comieran mangos, estas eran las historias presentes en su mente. Fue cuando descubrió la literatura africana que se encontró a sí misma en los personajes y definió su identidad como escritora. Hoy en día es una autora galardonada y una voz africana que inspira a millones.

La escritora y feminista nigeriana Chimamanda Ngozi.
Foto tomada de Vanity Fair

Traigo la referencia pensando en cómo la moda también es una narración que refleja lo que son quienes la escriben. Muchos en este campo vivimos una experiencia similar a la de Chimamanda: nuestros cuentos sobre la nieve son colecciones de otoño invierno y los escriben en casas de alta costura. Son narraciones que nos inspiran y, sin embargo, no son nuestra propia voz.

Cuando descubrimos que en nuestra tierra también hay quienes narran la moda, podemos empezar a sentirnos parte de la trama y también entender que podemos influir en ella de una forma positiva.

Pensar el futuro de la moda colombiana como sus narradores implica revisar todo su contexto: un país con heridas de guerra, con los traumas por un conflicto interno de varias décadas, con marcadas desigualdades que influyen en el carácter de sus habitantes. Es comprensible que, como Chimamanda cuando era pequeña, muchos colombianos quieran identificarse con cuentos de otros países con nieve y ojos azules, porque nuestros cuentos tienen capítulos enteros que nos avergüenzan y duelen. Pero, justamente, asumir control de nuestra historia es dedicarnos a desenredar esos nudos y sacar de ahí motivaciones para que nuestros personajes quieran seguir adelante.

“Pensar el futuro de la moda colombiana como sus narradores implica revisar todo su contexto”

El futuro de la moda colombiana no puede ser la copia de narraciones extranjeras. Y aunque los casos de éxito de otros países, en otras crisis, ofrecen inspiración sobre lo que podríamos hacer, el reto ahora es mirar hacia adentro y no hacia afuera. La pandemia nos está dando una prueba de lo que puede ser una economía hiperlocal y esa es una oportunidad extraordinaria. Los que dependen de las utilidades del presente, están jugando por lo seguro. Pero los que saben que tienen el impulso para salir de esta crisis, tienen que convertirla en un laboratorio y experimentar: hacer más visible el talento detrás de sus productos, ofrecer servicios más allá de la compra, maravillar con la virtualidad sin caer en los lives de recetas, crear experiencias de co-creación que exalten la magia de las prendas, hacerle saber al cliente que dejó de comprar moda durante esta crisis que sigue siendo valioso.

Debemos darle narrativas propias a la moda

Incluso para los actores enfocados en la exportación, es indispensable revisar si este país es solo el lugar donde fabrican sus productos o es el origen de sus marcas. Porque fabricar prendas es una cosa, pero construir marcas es otro cuento. Y en ese segundo caso, tendrían que preguntarse qué historia aparece en la mente del resto del mundo cuando dicen que una prenda es hecha en Colombia. Ahí sí hay una narración en la que tenemos que trabajar juntos.  

“Fabricar prendas es una cosa, pero construir marca es otro cuento”

Esconder los capítulos que nos producen vergüenza no tiene sentido. El resto del mundo ya los conoce y a veces, les cuesta conectarse con nuevas narraciones de lo colombiano porque los cuentos viejos les siguen sonando en la cabeza. Nuestro futuro implica la reconciliación con esta imagen y que sea ese el punto de partida para crecer como país: las víctimas de la violencia, de la indiferencia estatal, del desplazamiento interno más grande del mundo, ellos siguen esperando oportunidades reales para figurar en la historia. La industria de la moda tiene una oportunidad para reescribir un país más justo, que capacite, genere empleo y ofrezca estabilidad a quienes alguna vez sintieron que lo habían perdido todo.

La sostenibilidad se volvió una palabra importante y no puede quedar por fuera de la historia futura de la moda colombiana, porque el mundo entero necesita que sea el hilo conductor. Pero lo sostenible va más allá de usar telas en plástico reciclado. Hay que pensar en negocios de moda conectados con sus comunidades, que ofrezcan dignidad y bienestar a todos en la cadena de valor, que asuman la responsabilidad ambiental de su producción en todo el ciclo, y que les devuelvan a los productos de vestuario su percepción de valor.

Los artesanos tienen que ser nuestro héroes.

Como va hoy en día la historia de la moda, el producto ya no es el protagonista. Saturamos el mundo real y el virtual con objetos baratos, trillados y efímeros, dándole un peso insostenible a la novedad constante por encima de la calidad o el significado. Nosotros devaluamos la moda ante los ojos del consumidor imitando sistemas extranjeros y lo peor es que en ese proceso, hemos vuelto a esas marcas extranjeras más fuertes. Al usar su vocabulario, sus promociones, sus esquemas de venta y hasta sus modelos, es su historia la que sigue en la mente de los consumidores.

“Como va hoy la historia de la moda, el producto ya no es el protagonista (…) Nosotros devaluamos la moda ante los ojos del consumidor imitando sistemas extranjeros”

Apropiarnos de la narración es ponerle nuestro propio tono a la cultura de moda nacional: crear nuevos servicios en torno al producto; exaltar las categorías en las que somos líderes mundiales; hacer de los artesanos los héroes que salvan técnicas patrimoniales; conmover con la resiliencia de los sobrevivientes del conflicto que ponen manos y corazón para confeccionar; divulgar lo más extraordinario de la naturaleza colombiana en conceptos de colección únicos; aquí hay muchas historias increíbles que solo necesitan de nosotros los mismos ojos atentos que le hemos dedicado por mucho tiempo a pasarelas, conglomerados y sindicatos de afuera.

Compartí este panel con verdaderos expertos en narrar la moda. En imagen, en palabra y en producto. Espero que tengamos visiones muy diversas sobre el futuro de la industria colombiana.

No valdría la pena si todos contamos la misma historia.

*Coloquio Futura estuvo organizado por Fashion Radiclas y 3cero2

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