Este año el MET eligió la moda camp como tema de su famosa exposición y por consiguiente de su gala. Una estética que se basa en la exageración, que mezcla tantos y tan variados elementos que puede llegar a ser muy cursi. ¡Y en eso radica su magia!
Por Pilar Luna
Desde hace algunos días oímos hablar de un tema que seguramente solo los muy conocedores de los movimientos estéticos tenían en su cabeza. Se trata de la moda camp, un término que se usa desde que Susan Sontang lo trajo a la escena intelectual y lo puso en la agenda de discusión. La respuesta a la pregunta ¿qué es el camp? puede ser tan vaga como amplia porque realmente reúne una cantidad de ingredientes peculiares y no se puede ubicar en una época determinada. Y eso fue lo que interpretó la famosa escritora cuando en 1964 lo puso de moda entre los eruditos. Un término que se empezó a usar, precisamente, para describir algo que nadie había descrito porque simplemente nadie se había cuestionado sobre el tema.
En realidad, la pregunta debería ser: ¿Puede el mal gusto elevarse a la categoría de movimiento estético, tener toda una disertación a su alrededor e, incluso, convertirse en una exposición? Pues sí porque eso es lo que veremos exhibido a partir del próximo lunes en el MET en Nueva York, el tema escogido este año para la famosa gala del primer lunes de mayo. Aunque ya hace un tiempo que el camp se ha tomado la alfombra roja de esta fiesta de la moda, pero solo hasta ahora lo hace desde la complejidad del movimiento mismo. Según el propio curador de la muestra, Andrew Bolton, “estamos atravesando un momento muy camp y parece muy relevante para la conversación cultural mirar a lo que a veces es desestimado como una frivolidad vacía, pero puede ser realmente un arma política muy sofisticada también, especialmente para las culturas marginadas”.
Y es precisamente esto en lo que hace este tema bastante álgido y lo que permite que podemos entrar a discutir sobre el movimiento porque tiene que ver con algo mucho más profundo que la exageración absoluta de los que significa entrar en los límites del mal gusto. Esa delgada línea roja que existe siempre cuando se abusa de determinados elementos como colores fuertes, materiales pesados, texturas brillantes, mezclas de estampados y adornos estrafalarios, es algo que se hace con toda la intención en el camp, pues la ironía es uno de sus ingredientes más valiosos y la teatralización es su mayor atractivo. Para muchos, incluso, esta tendencia es una forma de protesta social y por eso también se asocia mucho con los movimientos queer y con el travestismo, donde no se aceptan etiquetas para definir la sexualidad de los individuos que fácilmente pueden transitar entre géneros. De hecho, el dandismo del siglo XVIII históricamente ha estado ligado también con la estética camp, en donde el refinamiento del vestir llegaba a límites tan exagerados que la moda masculina de los dandis terminaba siendo bastante empalagosa.
Lo camp, término que llega del francés camper y que significa posar de una manera exagerada, abraza todo esto en la medida en que se puede exaltar al máximo la feminidad o la masculinidad de una comunidad que, a través de una estética muy exagerada y barroca, que no admite tabúes, logra hacerse notar y transformar paradigmas.
Según escribe Gianluca Bauzano en el Diccionario de Moda: “la moda camp es una de las formas más espectaculares y exuberantes de vestirse y presentarse”. De ahí, que hablemos de elementos antinaturales, artificiales y muy exagerados.
¿Y lo kitsch cabe aquí?
Aunque los más puristas de la moda camp (si es que puede haber puristas en una estética tan deliciosamente agresora) dicen que lo kitsch está un nivel más abajo del auténtico camp, debo confesar que siempre he sido amante de estos movimientos y creo que, definitivamente, la famosa escuela alemana que resalta “la estética cursi” sí hace parte del camp porque habla del culto que se le rinde a una agresiva mezcla de las culturas populares con el arte. Lo camp recrea un arte exagerado y no le gusta entrar en el tema pop, pero los símbolos más cercanos que tenemos son parte de ese pop en los que todos nos sentimos cómodos de alguna manera. Y aquí es donde la teoría se desvirtúa. “Camp significa la capacidad de combinar el arte y la cultura pop; no es kitsch”, dicen los organizadores de la gala MET, pero cuando se entra en los terrenos de lo que cada estética significa, resulta que los elementos que la cimientan son los mismos: arte, cultura pop, exageración, ironía, buen humor.
El kitsch puede quedarse corto frente al movimiento camp, pero a la hora de la verdad creo que lo que más veremos desfilar por la alfombra roja del MET son iconografías populares sublimadas y llevados a un nivel estético cuya exaltación puede alcanzar los niveles más altos de exageración.