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Por Pilar Luna @pilimoon8
Fotos: Helí Forero y Cortesía

 

 

 

El año que acaba de terminar fue muy  importante para mí, en lo personal y en lo que tiene que ver con este oficio al que me dedicó desde hace ya varios años. Encontrar las historias de moda que hay en el país, visibilizarlas a través de un medio de comunicación y buscar la manera de aportar para que la industria nacional crezca y se convierta en un jugador relevante a nivel mundial, ha sido mi objetivo desde que empecé a hacer periodismo de moda.

Todo eso me satisface y me ha llenado de buenos momentos, pero lo que pasó en 2018 fue aún más satisfactorio y relevante. Tuve la oportunidad de trabajar de cerca con comunidades artesanales de diferentes regiones del país. Por un lado, y gracias a un proyecto que desarrollamos en Tierralta (Córdoba), conocí a fondo una comunidad que en materia artesanal le ha aportado mucho a la cultura y a la identidad de Colombia. Se trata de las artesanas indígenas emberá katío del alto Sinú, quienes trabajan con tejidos en chaquiras y bordados de mola, productos que por su colorido y maestría son dignos de cualquier mercado internacional. A través de un proyecto que buscaba mejorar sus procesos, sus acabados y ampliar su portafolio de productos, descubrí no sólo sus técnicas ancestrales, sino también su estilo de vida, su cultura, sus costumbres y entendí un poco todo lo que las mueve.

 

Pasarela Tejiendo Moda en Villa de Leyva

 

Por otro lado, estuve a cargo de la curaduría de un desfile que anualmente se hace en Villa de Leyva: Tejiendo Moda. Es una iniciativa que lleva diez años y tiene un gran potencial de crecer y convertirse en uno de los eventos de moda artesanal más importantes de la región. Conocer el trabajo de las tejedores y de las artesanas del cuero fue increíble porque hacen piezas magníficas, que tienen toda la calidad para estar a la altura de cualquier colección de diseñador y, la verdad, lo único que necesitan es una guía para encontrar el camino de la moda. Con esto me refiero a que aquí hay una gran oportunidad de tener un producto con mucha identidad, de abrir mercados que aprecien bien este trabajo artesanal y que se conecte con lo que pasa en el mundo para entrar en la dinámica de la industria.

 

Colección de Dora Caraballo y Siervo Espitia

La conclusión de esta experiencia, es que nuestra riqueza artesanal es una de las más amplias del mundo, que tenemos que llegar a tener productos con mucha identidad, que se valoren y que entendamos como país que estos son uno de nuestros grandes patrimonios. El mundo de la moda valora mucho lo hecho a mano y las técnicas ancestrales, los colombianos, en cambio, a veces hasta lo despreciamos porque no entendemos lo que esto significa y representa. Tal vez porque estamos acostumbrados a ver artesanía desde que nacemos, no logramos conectarnos con su verdadero valor, tanto en lo cultural, en lo patrimonial como en su monetización. Es hora de darle el valor real a lo artesanal y al trabajo que tiene.

 

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