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Con un nuevo enfoque empresarial, pero conservando la contundencia de sus diseños, la bogotana Manuela Álvarez estrena la nueva colección de su sello MAZ, con la que le rinde tributo esta temporada a la esencia indígena colombiana. Las comunidades emberá y wounaan son las protagonistas.

 

Una especie de catarsis creativa fue la que experimentó Manuela Álvarez mientras hacía el ejercicio de aplicarle tejidos en chaquiras y de espina de pescado a su propia ropa. Este fue su primer acercamiento al tema que abordaría mediante su colección para el segundo semestre del 2018: volver a nuestras raíces indígenas.

Ese primer y único acercamiento fue, además, definitivo para que Manuela evolucionara su concepto empresarial que ya estaba comprometido con el apoyo y la promoción de nuestras tradiciones ancestrales, pero al que le faltaba un refuerzo mediante sus poderosas colecciones en las que la estructura y el rigor sartoriales dotan de sofisticación y puntadas de vanguardia al valor artístico y social de nuestras tradiciones y técnicas manuales que se asomaban tímidamente desde hace un año y medio, cuando el taller de la bogotana (compuesto cien por ciento por mujeres) les dio la bienvenida a las manos indígenas.

“Aplicar elaboraciones artesanales indígenas en nuestra ropa fue un gran reto que floreció en un cambio fundamental en nuestra manera de hacer colecciones y conceptualizarlas. La generosidad de nuestros hermanos mayores nos llevó a entender la definitiva importancia de sus saberes ancestrales y a nosotros el deber para traerlos a la contemporaneidad y los procesos creativos en la moda, asegura Manuela.

 

CORAZAS DE ESTILO

Mediante un sofisticado diálogo entre las siluetas propias de MAZ y elementos representativos dela artesanía elaborada por las comunidades emberá y wounaan, Manuela y su equipo dotan de simbología y de un poder protector a las piezas que integran la nueva colección de la marca.

Bajo el título Sastrería emberá, MAZ involucra formas como el rombo emberá (un llamado al vientre y símbolo de la mujer) y ornamentos como los flecos (reflejo de los conceptos de movimiento y soltura) aplicándolos en chaquetas y camisas. Por su parte, los infaltables bordados en chaquiras que definen el ADN de estas comunidades indígenas se ubican en puntos estratégicos de las prendas, como los bolsillos de los pantalones, las pecheras y los cuellos de las piezas superiores, en función de la protección que evocan dichas manualidades.

Y el motivo de espina, que representa la raíz, acompaña las solapas y los hombros creando una imagen de fortaleza o armadura, previamente expuesta en las creaciones de MAZ mediante la arquitectura de los patrones y que hoy además le rinden homenaje a la cultura wounaan puur, comunidad desplazada y poco recordada, al bordar su nombre en una serie de camisetas

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