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FOTOS: SHOWBIT

 

La moda como religión y la religión como moda, esa es la ecuación que se impone estos días. La tradicional gala del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, que se realizará con el marco del tema del imaginario católico, enciende el fervor por una dupla tan ornamental e iconográfica como polémica.

 

 

Esta primavera no ha sido la temporada más católica, pero por estos días florece el fervor religioso en el armario, con el ostento y la polémica que se presume desatarán algunos atuendos de los asistentes a la gala del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (MET, por sus siglas en inglés), que este año se realizará bajo el título Cuerpos Celestes: la moda y la imaginación católica. Una combinación controversial por naturaleza pero que refleja, como sucede anualmente en la cita más importante del glamur y el arte, las fascinaciones estéticas y los temas que suelen pisar fuerte en repetidas ocasiones sobre las pasarelas, sin seguir el evangelio de la tendencia de turno.

 

 

“Las exposiciones de moda del MET han estado conectadas a temas recurrentes en la imaginación de los diseñadores contemporáneos. China Through the LookingGlass (2015), que al principio sonó a un sigiloso homenaje a John Galliano (por el predominio de creaciones suyas en la muestra cuando apenas salía del ostracismo al que se le condenó por supuesto antisemitismo), resultó ser una revisión a esa China mítica interpretada tanto en las sedas lionesas del siglo XVII, como en los abrigos de Poiret y la colección China de Yves Saint Laurent en 1977. Así que la imaginería del catolicismo como tema articulador de la exposición de este año responde menos a una corriente estilística del momento, y más a una lectura en los hilos de la historia de la moda de las preocupaciones y obsesiones que han alimentado la cultura visual de los creadores, eso con lo que han construido su universo de lo sensible”, explica William Cruz Bermeo, docente asociado de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín.

 

 

No obstante, para la próxima temporada otoño-invierno 2018 Dolce & Gabbana propone un armario clerical de aire pop y barroco, consagrado al exceso de brocados, terciopelos, iconografía religiosa impresa y bordada (querubines, vírgenes, Sagrados Corazones, etc.), reinterpretaciones de la tiara papal y miles de quilates de cruces y coronas como accesorios, desde 2015 (cuando Alberta Ferretti llevó la estética del Renacimiento a su colección otoño-invierno representando la tapicería de terciopelo y brocados de los templos católicos a través de sofisticados trajes de georgette estampado y patchwork de jacquardla industria no expresaba su devoción en las pasarelas.

 

CRUZADA DE GLAMUR

En 2013, la dupla siciliana fue la encargada de emprender una Cruzada en las pasarelas. Ese año, su colección otoño-invierno 2013 fue una ofrenda de fe y glamur mediante los mosaicos bizantinos de la Catedral de Monreale (Sicilia), la figura del Cristo Pantócrator y las joyas de Santa Catalina (patrona de la ciudad siciliana de Catania) que tapizaron de oro, vírgenes y ornamentos sacros su desfile en Milán. Su evangelización no se hizo esperar y el ambiente monástico y real hilvanado por María Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli pisó fuerte en el desfile de Alta Costura 2014 de Valentino mediante la representación brocada de la escena bíblica del pecado original.

 

 

“Si la moda es un fenómeno occidental, como se afirma, recordemos que el catolicismo es la religión por antonomasia de esta parte del mundo; así que resulta lógico pensar en su imaginería como alimento visual para los diseñadores. Ese ha sido el caso de Jeanne Lanvin, Chanel, Cristóbal Balenciaga o Christian Lacroix. Yo mismo, sin ser diseñador y en otro contexto, recuerdo la iglesia como el primer lugar de la infancia en el que tuve contacto con el arte, y la fascinación que eso despertaba en mí. Así que no me cuesta imaginar a un Christian Lacroix hipnotizado con las dolorosas, o a un Balenciaga absorto en el silencio imperturbable de la iglesia de Guetaria, su pueblo natal, con esos colores algo lúgubres que parecieron inspirar más de una de sus creaciones”, agrega Cruz.

 

DIVERSIDAD DE CULTOS

El cristianismo no ha sido el mandamiento estético de los últimos años. Desde los noventa, Jean-Paul Gaultier ha conmocionado con sus provocativas creaciones en las que la iconografía de la Virgen María ha sido protagonista (en 2007, elaboró un vestido que usó Kylie Minogue para la realización de la obra del artista francés Pierre et Gilles titulada La virgen de las serpientes); por su parte, Alexander McQueen para la temporada otoño-invierno 1997 plasmó en la espalda de una de las chaquetas la pintura de Gestas, el mal ladrón (1430) de Robert Campin, que representa al bandido crucificado a la izquierda de Cristo.

 

 

 

Y a pesar de su riqueza artística y ornamental, el catolicismo tampoco ha sido el culto religioso exclusivo que ha inspirado a los diseñadores. En 1993, nuevamente el enfant terrible Gaultier evocó el tema religioso al impregnarle el chic francés al traje de los miembros de la comunidad judía jasídica en su colección titulada Rabbi Chic. Posteriormente, para la temporada primavera-verano 1998, el chipriota Hussein Chalayan llevó el referente de vestuario musulmán, el chador, a la pasarela parisina. Inclusive, las sectas filosóficas y espirituales orientales también han impregnado el look. The Row, Isabel Marant, Marni, Haider Ackermann y Hermès hicieron de los tonkas, los faldones, los hábitos y las túnicas budistas, los anudados, lazos y los tonos cúrcuma y crudo los imprescindibles del zen monástico, la tendencia espiritual y fashion clave de primavera-verano 2015.

 

 

 

 

No obstante, la riqueza ornamental, el poder y la teatralidad que puede desatar el ostento de la iconografía católica, seguirá reluciendo y despertando controversia desde la pasarela y la alfombra roja. “El tema de la gala del MET 2018 puede llegar a ser polémico porque siempre hay tensión frente a lo que se pongan las celebridades y que esto no hiera sensibilidades; estamos en el reino de la cristiandad, en Occidente. No faltará quién hable de exaltación de unos valores de otra era, al concederle importancia a una institución medieval como la Iglesia. Además, con todos los escándalos que la ensombrecen hoy, no faltará quién haga conexiones entre lo uno y lo otro (máxime en una era donde se le llama polémica a la discusión en Twitter). Además, será la primera vez en casi un milenio que algunas prendas de oficio religioso salgan de los tesoros vaticanos a Nueva York. Ahí no faltará quién polemice por la banalización de semejantes tesoros”, puntualiza William Cruz.

 

 

 

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