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La intersección entre economía y ambiente le ha dado forma a la economía circular, un modelo de producción que –se espera– rediseñe la industria de la moda.

 

Moda ética, ecodiseño, moda sustentable, moda lenta, ecofashion, ropa vegana… Diferentes términos que bien pueden reunirse en la última tendencia de producción industrial: la economía circular, un sistema que deja atrás el convencional modelo económico lineal de tomar, hacer y desechar y, en su lugar, propone uno inspirado en el ciclo biológico natural para repensar y rediseñar los productos y sus componentes para crear materiales y artículos seguros y biodegradables, que contribuyan a generar nuevas cosas, y dando como resultado un ciclo continuo de reutilización, amigable con el planeta.

La propuesta empezó a pisar fuerte en la industria del glamur a finales de noviembre del año pasado, cuando la fundación Ellen MacArthur y la diseñadora Stella McCartney presentaron en Londres el informe A New Textiles Economy: Redesigning fashion’s future que, entre otros datos, arrojó cifras tan alarmantes como que cada minuto se bota o se incinera un volumen de ropa equivalente a un camión de basura, o que anualmente, se producen más de 50 millones de toneladas de fibras textiles para la producción de prendas nuevas (el 63% son de plástico, el 26 %, de algodón y el 11% de otras bases) y el 73% de estas son vertidas en un botadero o quemadas demostrando un altísimo índice de subutilización. Respecto a hace 15 años, el número de veces que una persona usa una prenda antes de desecharla ha disminuido en 36%.

No obstante, este porcentaje varía de país a país. Por ejemplo, en Estados Unidos y China, la caída del uso de la ropa ha alcanzado el 70% respecto a 2002. Ello sugiere, a nivel mundial, pérdidas de 460 millones de dólares para los clientes que tiran la ropa que podrían seguir usando. Sin mencionar el terrible impacto ambiental en cuanto a las emisiones de CO2 debido a los procesos de teñido y tratamientos textiles a los que son sometidas las prendas. En 2015, según el informe, la industria de la moda generó 1.200 millones de toneladas de dióxido de carbono que, comparativamente, superan a los gases de efecto invernadero emitidos por aviones y barcos. De ahí la importancia de innovar en aras de la generación de una nueva economía textil basada en un modelo circular.

 

¿EN QUÉ CONSISTE?

Un modelo de producción textil circular sugiere cuidar desde el origen de la materia prima, que esta sea lo más orgánica posible, evitando el empleo de los productos tóxicos en el proceso de elaboración; luego el diseño debe garantizar el mínimo desperdicio de material y de residuos; la confección y la venta deben seguir el evangelio del comercio justo (o fair trade, que aboga por las mejores condiciones laborales y el bienestar de la población involucrada en el desarrollo de cada prenda) y el transporte debe ser ecológico y con energías renovables.

Un producto elaborado con la materia prima óptima es garantía de buena calidad (permitiendo mayor durabilidad y, por ende, más tiempo de uso) y prescindirá de procesos de lavado agresivos para la prenda y la naturaleza. Así, al ser un textil lo más limpio posible, la prenda será biodegradable —en caso de ser desechada al cumplir su ciclo útil, su descomposición no agredirá a la naturaleza— o podrá transformarse fácilmente en un nuevo artículo.

“Hay muchos aspectos que implica la reutilización; no sólo la solo la materia prima. También entran en juego los moldes”, dice la bogotana Paula Maldonado, de la firma vegana Dauntless, creada hace dos años en Nueva York y que actualmente produce en Colombia, cuenta con certificación Cruelty-Free de PETA y está en proceso de obtención del sello Fair Trade de la mano de ProColombia.

“Sólo hacemos chaquetas con el clásico diseño de la biker de cuero pues no tienen temporadas, funcionan para todos los climas y se pueden usar con vestido, ropa deportiva, etc., eso ya hace a la prenda sostenible; sin embargo, rehacer una prenda si está en buenas condiciones el material, no será cien por ciento sostenible pues hay que crear un molde de papel y allí entra en juego un elemento que cuenta como no sostenible, pues hay que emplear material nuevo. No obstante, tenemos el mismo molde para todas las chaquetas, el entalle es el mismo para que hagamos el mínimo desperdicio de papel; además, siempre habrá un porcentaje de la prenda que se deseche, por mínimo que sea, y por ello, no es posible lograrlo al cien por ciento”, agrega Maldonado.

 

BIENES DE HOY, RECURSOS DE MAÑANA

Con el propósito de promover una cultura del retorno y la renovación que reemplace a la de usar y tirar a la que estamos acostumbrados, la economía circular promueve rediseñar las materias primas para que puedan ser regeneradas. Pero actualmente existen esfuerzos de algunas compañías por reutilizar y transformar materiales existentes y evitar su conversión en desechos que, por lo general, finalizan en los océanos.

Es el caso de Parley for the Oceans, la organización estadounidense que reúne creativos, pensadores y líderes de todo el mundo para trabajar por la eliminación de los desechos plásticos del océano. Bajo la estrategia Evitar (Avoid), Interceptar (Intercept) y Rediseñar (Redisign) —AIR, por sus siglas en inglés— Parley ha desarrollado productos y alianzas campeonas con la misma Stella McCartney y con la marca deportiva Adidas para terminar con la contaminación del océano a partir del plástico. Evitar las bolsas de plástico, las partículas de plástico y el plástico virgen en la cadena de producción. Interceptar mediante la recolección de desechos marinos y evitando que el plástico llegue a los océanos. Rediseñar junto con Parley la utilidad del plástico reinventando nuevos métodos, nuevos materiales y nuevos usos. Estas son las máximas de la estrategia AIR.

Como resultado de esta colaboración, en 2016 fueron estrenados los primeros tenis reciclados: los Adidas x Parley, cuya capellada está pespuntada con hilos realizados a partir de redes de pesca y otros desechos plásticos recogidos en el mar de las islas Maldivas.

Otro ejemplo lo puso la firma Nike (una de las marcas aliadas de Ellen MacArthur Foundation) con el reciente lanzamiento del modelo de calzado deportivo Nike Flyleather Tennis Classic que, durante su producción garantiza una reducción del 80% en las emisiones de carbono y del 90% en el consumo de agua. La referencia está elaborada en Flyleather, que es el retal de cuero de la elaboración de otros pares de tenis, reunido y dispuesto a manera de rollo (como si fuera una gran tela) para evitar el mayor desperdicio a la hora de cortar y construir cada nuevo par. Otros modelos que también cuentan con este material son los Air Force 1, Air Max 90, Cortez y Jordan.

 

¿Y EN COLOMBIA?

A nivel nacional, Dauntless, la iniciativa de Paula Maldonado es pionera en implantar la economía circular, de a pocos, en su proceso de producción de chaquetas veganas. “Sabemos que el cuero, desde la manutención de la vaca, es el contaminante número uno del planeta; además, en la transformación de este se emplean grandes cantidades de agua. La idea siempre ha sido buscar los materiales más sostenibles posibles y que además tengan la misma o mayor durabilidad que el cuero legítimo”, asegura la bogotana que trabaja con cueros sintéticos a base de algodón y poliéster libre de petróleo importados de Italia y Japón, y con herrajes y cremalleras sin níquel, importados de Austria.

“Siendo una marca vegana y sostenible, cada prenda dura diez años, aproximadamente. Lo que queremos hacer en un futuro muy cercano, el inconveniente es el costo elevado, son los forros a partir de botellas de plástico recicladas con apariencia similar al satín. Del mismo modo, actualmente existen otras alternativas de materias primas como la piña y el hongo que logran la apariencia del cuero de verdad, pero estos son ideales para la marroquinería o la industria automotriz, pues son muy rígidos”, explica.

Aunque el camino es largo, ya se están dando los primeros pasos: Gucci anunció recientemente no volver a usar pieles legítimas en sus colecciones, iniciativa apoyada por el gigante de las compras online de lujo Net-a-Porter, que se niega a incluir este tipo de prendas en su stock. Como señala el informe A New Textiles Economy: Redesigning fashion’s future, “una economía circular no consiste en que sólo un productor cambie un producto sino en que todas las empresas interconectadas que forman nuestra infraestructura y economía trabajen juntas. Se trata de energía, de repensar el sistema en el cual operamos. En lugar de seguir atrapados en las frustraciones del presente, con creatividad e innovación, realmente, podemos re-pensar y re-diseñar nuestro futuro”.

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