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Empoderamiento y glamur en exceso fueron algunas de las claves de Gianni Versace, el italiano que en los noventa allanó el terreno de los influencers actuales.

Con la cabeza de Medusa como emblema y haciendo del “más es más” su declaración de principios, hace cuarenta años desfilaban las primeras modelos tapizadas del brillo y las influencias grecolatinas, barrocas y renacentistas con sabor italiano y apellido Versace; en febrero de 1978 emprendió su marcha el monstruo de las tres cabezas: Santo, Donatella y Gianni Versace unieron sus fuerzas para la creación de su emporio de glamur.

Paradójicamente, por estos días de celebración de cuatro décadas de glamur, también se conmemoran veinte años del asesinato de Gianni, el emperador del exceso que encontró en la destellante década de los ochenta su reinado y a quien se le atribuye la restauración de la estética kitsch italiana, mediante una genial combinación de texturas opulentas y técnicas ornamentales de colores fluorescentes y el infaltable dorado que aún sigue vigente en las colecciones de la firma, a la cabeza Donatella, musa eterna del arquitecto criado entre las costuras de su madre, una modista del sur de Italia, su primera gran influencia.

 

Gianni Versace fue el primero en incorporar celebridades en sus campañas y desfiles, para quienes destinaba primera fila y una alfombra roja especial. 

 

INFLUENCERS: NACE EL MITO

No pasó mucho tiempo para que su nombre empezara a ser pronunciado en París, Londres y Nueva York. Bastó sólo un año para que el inquieto italiano pisara fuerte este lado del Atlántico con sus increíbles trajes femeninos que combinaban cortes asimétricos, cortes al bies, materiales descontextualizados para ese momento, como cuero, charol y malla (tan recordado fue su vestido Metal Mesh Oroton, creado en 1982 de la mano de una empresa alemana de ingeniería) y una dosis elevada de sensualidad en las siluetas, que les pusieron el toque justo de lujuria a sus puntadas.

Precisamente, fue la vibrante escena neoyorkina de la discoteca Studio 54 (en donde Gianni presentó su primer fashion show en Estados Unidos) la que le aplaudió la puesta en marcha de su glamurosa maquinaria mediática sobre la pasarela, al ser pionero en aliarse con fotógrafos de la talla de Richard Avedon y conjugar con audacia y aplomo seda y cuero, hombros marcados y metal para vestir con elegancia a personajes de la talla de Elizabeth Taylor, Elton John y la princesa Diana de Gales y, al mismo tiempo, seducir los armarios de las celebridades del momento: Brooke Shields, Mick Jagger, Michael Jackson, Paul McCartney, Liz Hurley, entre otras, quienes no sólo usaban sus creaciones en el escenario, en los sets de grabación y en las alfombras rojas, sino que además, brillaban en sus campañas y eran habitúes en las primeras filas de sus desfiles e inclusive, sobre las pasarelas.

Su genial mezcla de celebridades (para quienes Gianni destinaba primera fila y una alfombra roja especial) y moda no paró allí. En su afán por gobernar la escena, asfixiada de exuberancia, brillo y opulencia propias de los ochenta, Gianni estableció el fenómeno de las supermodelos, reuniendo en sus desfiles a Naomi Campbell, Linda Evangelista, Christy Turlington (el llamado triunvirato), Cindy Crawford y Claudia Schiffer, quienes a pesar de su arrogancia representaban a mujeres poderosas dueñas de su cuerpo y con una actitud fuerte, que hicieron de Versace el fashion statement de la época.

Con todo este arsenal mediático, el italiano logró darle tal visibilidad a su ingenio a nivel mundial y, a la vez, abonarles el terreno a las dinámicas contemporáneas, desde los influencers de moda hasta el marketing aspiracional.

 

POR: PILAR BOLÍVAR
Fotos: Showbit

 

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